Aruca Gómez | Leadership, Coaching & Communication
En muchas ocasiones cuando alguien me hace elegir entre lo que salvaría en mi casa de un incendio, lo tengo claro, lo único que merecen la pena son las personas. A nada he llegado a cogerle tanto cariño como para dedicarle un ápice de riesgo de mi vida.
Es cierto que me gusta disfrutar de las cosas bellas que tengo a mi alrededor, de lo útiles que me resultan en diferentes ocasiones o de los recuerdos que me evoca mirarlas, pero tengo claro que no tengo apego alguno a ellas, que no encienden en mi sentimientos que pudieran hacerme infeliz al desprenderme de ellas y que no tardaría mucho en recuperarme de una cuestión así.
Todas esas veces que me he enfrentado imaginariamente a ese dilema, ha sido más fuerte el mal recuerdo de las personas, a quienes he visto sufrir y dejar de ser felices a mi alrededor…
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