Hace tiempo que quería escribir sobre este tema. Creo que si en algún momento de mi vida he sido realmente desgraciada ha sido tratando de tener mi vida bajo control. Durante años tuve un carácter miedoso que me hacía necesitar controlar cada parámetro de mi vida. Y cuanto más me esforzaba por controlar las cosas más se descontrolaban.Quería seguridad económica, por lo que empecé a ahorrar hasta puntos de llevar un vida miserable, ahorraba en cada apartado de mi vida que podía esperando llegar el día que contase con suficientes ahorros como para sentirme segura. La verdad es que la expectativa que yo tenía sobre seguridad iba aumentando conforme aumentaban mis ahorros, inventándome posibles nuevas desgracias que pudieran surgir y que provocarían fallos en mi economía si no los tenía previstos.
Quería seguridad emocional, por lo que procuraba reafirmar continuamente mi relación de pareja, para lo que, cuando veía fallos en la relación, en lugar de preocuparme de si esa era la relación que yo quería, procuraba que mi pareja me asegurase que esos problemas no existían y que íbamos a seguir juntos pasase lo que pasase. Naturalmente, eso no fue lo que ocurrió, y de hecho, fui yo misma la que un día descubrió que aunque quisiese una relación para poder sentirme segura no quería esa relación. Estoy segura de que nos hice un gran favor a los dos pues era una relación absolutamente tóxica.
Quería seguridad laboral, para evitar que mi fuente de ingresos desapareciera, así que me dediqué en cuerpo y alma a mi trabajo, olvidándome por completo de cualquier otra área de mi vida y provocándome un enorme sentimiento de infelicidad. Trabajaba más de diez horas diarias y mi vida no me gustaba absolutamente nada. Sin embargo, hacía todo lo posible para que ésta no cambiara.
Así fue como la necesidad de control me llevó a ser una persona absolutamente desgraciada.
Un tiempo después mi relación se rompió, surgieron temas imprevistos que dieron al traste con mis ahorros y tuve un error que casi me cuesta el puesto de trabajo, durante meses estuve siendo inspeccionada y, aunque finalmente no me echaron, tuve muchas papeletas para ello. Además, estaba a punto de ser promocionada y, naturalmente eso se detuvo. Creo que ese error se debió en buena parte a mi eterno estado de ansiedad producido por esa necesidad de control.
Así que me olvidé de todo, de mi deseo de controlar, de mis miedos (eso fue fácil porque había perdido las cosas que me obsesionaba conservar) y empecé a ser feliz.
Hoy tengo una maravillosa relación con la que he podido construir una preciosa familia, pero no me obsesiono con la posibilidad de poder perderla, la disfruto y va cada día mejor.
El trabajo lo conservo pero he perdido el miedo a tener que empezar de nuevo.
Los ahorros van y vienen pero jamás me falta.
Y soy una de las mujeres más afortunadas y felices que conozco. No tengo ni idea de qué pasará mañana pero tengo la sensación de que traerá muchas cosas buenas y espero cada día con ganas como la gran aventura que sé que es
Y es que cuando uno descubre que la vida es un maravilloso paseo en barco de vela en el que no queda otra que aprender a seguir la dirección del viento sin querer controlarlo, descubre lo que es la auténtica felicidad.
Tomado de https://coachingparaserfelizblog.wordpress.com/2016/03/21/la-necesidad-de-control/