Tengo una abuela cerca, genial, que casi todo lo que hacen las personas negativo, lo achaca a la falta de cariño, al principio me parecía fruto de una trayectoria vital en la que el amor de su vida se fue pronto, ahora sé que hay mucha verdad en ese pensamiento.
A veces tenemos que buscar la excusa de San Valentín para reflexionar sobre algo que debería ser tan cotidiano como hablar de amor. Es cierto que me causa cierto rubor incluso proponérmelo puesto que tenemos tendencia a reducirlo, como el día, al romántico sin disfrutar de todas sus múltiples variedades, por lo que este post no deja de ser un reto para mí misma.
Hoy leyendo una entrevista de Gerald Hüther, un neurobiógo e investigador alemán en la que decía que “el amor es nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta” recordaba las palabras de la abuela.
Las familias nos mantenemos juntas por el amor, tenemos hijos, nos involucramos en el desarrollo de los demás, en su evolución y educación. Se sostienen gracias a que el amor ha hecho que la colaboración, la comprensión y la empatía consigan disculpar cualquier cosa y ser la razón para continuar juntos.
Los amigos, sólo entendiendo, comprendiendo, ayudando, disculpando, abrazando, escuchando, animando, todas las acciones que implica el amor, podemos tenerlos y mantenerlos cerca y sentirlos como parte de nosotros.
Si reflexionamos sobre esto podemos ver que donde más a gusto nos sentimos es donde la imperfección no es un problema, donde equivocarse pasa por saber pedir perdón y saber perdonar, donde las debilidades no son objeto a destacar sino que lo son nuestras fortalezas y todo esto, ¿ qué lo hace? Simplemente el amor.
No me canso de repetir, que en la mayoría de las ocasiones a quienes más cuesta querer suelen ser quienes más lo necesitan. Algo que me ha hecho sin duda compasiva y empática. Me ha hecho comprender a quienes viven en ambientes totalmente diferentes a en los que reina el amor. Lugares en los que la tensión, la competitividad, la sensación de lucha por la escasez, hacen que la ansiedad y el estrés sean las notas predominantes. ¿qué podemos esperar entonces? ¿es normal que en lugar de darles amor y una oportunidad de vivir en otro lado, pagarles con su misma moneda?
Estoy segura de que igual que se acostumbraron a sobrevivir en ambientes donde faltaba el cariño, con el tiempo sabrán apreciar lugares donde sí y cambiarán muchos de sus agresivos e improductivos tics que sólo juegan en su contra.
Si empezamos a conectarnos con el amor seremos capaces de ir mucho más allá en nuestro crecimiento porque no tendremos miedo a arriesgar, a fallar, a intentarlo una y otra vez. Por eso nunca entenderé por muy naif que suene o parezca que los dirigentes y supuestos líderes en todos los ámbitos partan de otro sentimiento que no sea el fomento de la conexión entre todos, del amor, de lo que nos une, en lugar de lo que nos separa.
Por encima de políticas e ideas, todos queremos que nos vaya cada día mejor como sociedad, que mejoren su calidad de vida no sólo nuestros vecinos, nuestros compatriotas, sino todos los que hemos de vivir juntos en este mundo. Lo que no hemos entendido es, que de la colaboración y la cooperación, sacaremos mucho más que del enfrentamiento y la agresión.
La lucha por el poder y la dominación sin establecer nada nuevo, hace que desde los pensadores griegos pilares de nuestra civilización tengamos pendiente una evolución personal, individual pero no como hasta ahora, para mejorar nuestras posiciones materiales personales, sino para que nuestro crecimiento espiritual nos lleve a hacer algo grande juntos, algo que sólo podremos hacer, con amor.