Muchas veces, haciendo depender nuestro destino de cuestiones externas y pensando que es fruto, más del azar que de lo que nosotros podamos hacer o decir, eludimos la responsabilidad sobre, las decisiones que podemos tomar, las herramientas que podemos usar y la actitud que podemos adoptar, rindiéndonos antes, incluso, de haber empezado el camino.
Observando el “éxito” de los demás, es más fácil decirnos a nosotros mismos que nos faltan habilidades y capacidades, que reconocer que no estamos dispuestos a hacer ninguna inversión o esfuerzo para cambiar algo o hacer realidad el sueño.
Una de las acciones más fructíferas que podemos realizar, mejorar y perfeccionar es nuestro uso de lenguaje, qué cosas decimos y cómo lo hacemos para almacenarlas en nuestra mente.
¿Quién no ha escuchado a alguien hablando de lo “ilusionante” de su futuro en condicional? “Me gustaría estudiar chino, querría levantarme antes, sería genial ser más paciente…”. Cualquier deseo que manifestemos en condicional, lo vemos tan lejos que lo “condicionamos” mentalmente por si no encontramos las ganas, la motivación para hacerlo y no queremos decepcionarnos admitiendo un posible fracaso, permitiéndonos no invertir un ápice de energía.
Por si condicionarlo, no fuese suficiente, generalizamos con el lenguaje también lo negativo, para hacerlo tan pesado que mentalmente no nos apetezca retomarlo más. Eso lo hacemos, por ejemplo, con los devastadores “ siempre” y “ nunca”. Sobre todo cuando a lo que nos referimos con ellos, seguramente, ha sucedido muchas menos veces de las que creemos.
“Siempre que he tratado de dejar de fumar, a los pocos meses he vuelto”. Seguramente te hará pensar que lo hiciste muchas más veces de las que han sido en realidad pero es tan impactante la frase, que la bandera blanca de rendición salta antes de incluso acabarla, considerándote un fracasado, algo que extrapolas a otros muchos ámbitos de tu vida sin apenas darte cuenta.
El otro extremo, “nunca”, es tan demoledor como éste, “nunca he conseguido hablar bien inglés, nunca voy al gimnasio más de un mes, nunca consigo controlar mi ira, …”. Si lo piensas esto no es del todo cierto. Si no, haz la prueba.
Dibuja en un papel una línea larga que pueda representar los años de vida que puedes llegar a tener, sé optimista, fíjate la esperanza de vida de tu país, por ejemplo. Ahora dibuja en proporción dónde te encuentras en este momento y cuándo y cuánto tiempo ha ocurrido eso que generalizas. De verdad, ¿es siempre?, ¿nunca?
Como entiendo que instalarse todas estas alarmas en nuestro lenguaje no es fácil y queréis empezar ya. Solo recordaros la frase del maestro Yoda para hacer intensivo el entreno “lo haces o no lo haces pero no lo intentes”.
Así que no te digas una vez más que lo vas a intentar porque no va a funcionar. ¡Buen trabajo!
Tomado de http://arucacoach.me/2016/02/08/lo-haces-o-no-lo-haces-pero-no-lo-intentes/