Buda, al igual que grandes maestros como Sócrates, Pitágoras, o Lao-Tse enseñó una filosofía práctica, que estuvo orientada a liberar al ser humano del sufrimiento y la ignorancia.
Así que estos sabios también coincidieron en que es baladí intentar explicar algo que es infinito e inconmensurable, puesto que cualquier cosa que se diga sobre lo Absoluto solamente será una proyección condicionada de la mente.
Por ello es que muchas veces es mejor ocuparse de cosas más simples: un camino de mil kilómetros comienza por un solo paso, como dijo el Tao.
Parábola para reflexionar
De tal modo que en el Majjhima Nikaya, una colección de textos de Buda, se cuenta la llamada “parábola de la flecha envenenada”; una historia contada por Gautama Buda después que un discípulo estuviera impaciente de escuchar del maestro las respuestas a sus preguntas.
Hubo una vez un hombre herido por una flecha envenenada por lo que sus familiares querían llevarlo a un médico; pero el hombre enfermo se negaba, argumentando que antes quería saber el nombre del hombre que lo había herido, la raza a la que pertenecía y su lugar de origen.
También quería saber si este hombre era fuerte, alto, tenía la tez clara, oscura y hasta saber qué tipo de arco le había disparado y si la pluma de la flecha provenía de un buitre, halcón o de un pavo real… y todo tipo de información similar, pero el hombre falleció ansioso sin saber las respuestas.
Moraleja
De alguna forma todos estamos heridos con una flecha envenenada, muriendo poco a poco, pero se hace preguntas irrelevantes y se da importancia a cosas que solamente son desvíos de la realidad.
Pero, según la sabia historia de Buda, todos tenemos la oportunidad de salvarnos de esta herida si se abandona nuestra importancia personal; además que existen cosas innecesarias por lo que la verdadera espiritualidad consiste en eliminarlas.
A fin de cuentas, se trata de no darse cuenta de la gravedad de la herida, y estar impelidos de removerla inmediatamente. Así que mientras que uno viva apegado a un código de interés personal, nunca podrá conocer la libertad más allá del dolor.