“No he fracasado. He encontrado 10000 soluciones que no funcionan.” Thomas Alva Edison
¿Qué es lo que más te llama la atención de esta frase?
A mí el enorme número de soluciones que probó.
¿Esto qué me dice de esta persona?
Que es un fracasado, que debería estar avergonzado de no haber acertado antes, que tenía demasiado tiempo libre, que no estaba a la altura, que debería haberlo llevado en secreto…
Seguro que ninguna de las opciones anteriores ha pasado por tu cabeza al leerlo y sin embargo son muchas de éstas las que te aplicas a ti, cuando algo no sale bien. Pensar así, hace que seas menos innovador, creativo, que apenas salgas de tu zona de confort para arriesgar en alguna cuestión personal o de trabajo y que intentes por todos los medios esconderlo cuando ocurre, con lo que tu gasto energético se volverá ingente para tapar tanto agujero negro.
En algunas personas ocultar esto y querer parecer un superhéroe al que todo le resulta natural que parece que nació dominando habilidades y no necesita “masterizar” nada, les encanta. Quizá les reporte beneficios personales y les merezca la pena el esfuerzo , querer mantener esa apariencia, pero si reflexionasen un poco y fuesen justos y sinceros consigo mismos, acabarían concluyendo que esas habilidades son fruto de emular a alguien de su entorno, de los aprendizajes a los que cada uno ha tenido acceso y del entrenamiento al que se ha sometido. ¿Para qué quitarse mérito?
Las aptitudes pueden ser innatas o adquiridas pero de las personas depende el entrenamiento o no de las mismas. Y es donde triunfa la actitud y los mensajes que enviemos.
En el caso de tener responsabilidad sobre otras personas, el no reconocer el proceso de aprendizaje, haciendo hincapié en los errores y fallos que se hayan podido cometer o en el factor suerte o azar que haya podido influir, produce un efecto desmotivador devastador en tu equipo. No admitir los errores, no compartirlos y no hacer alusión a ellos, traslada a tu organización que eso no es lo normal, no debe ocurrir o, si ocurre, no debe bajo ningún concepto revelarse.
Os podéis imaginar un error no reconocido y ocultado hasta dónde puede llegar y el daño que puede acarrear en un proyecto cualquiera. Además su efecto pedagógico hace que los demás vayan al 50% en su rendimiento por miedo a poder cometer algún otro.
Dar permiso a otros para cometer errores, aprender de ellos, buscar opciones alternativas y seguir adelante es una faceta del líder que jugará a su favor demostrando su optimismo, seguridad y fortaleza para hacerlo y así incrementar las capacidades de tu equipo. Al mismo tiempo podrás experimentar qué tipo de personas componen tu organización o tu equipo con el uso que hagan de esta información. Esta práctica liberará de mucha presión tu entorno y mejorará las relaciones al poder fomentar la identificación y la cercanía contigo.
Hacerlo en “petit comité” acrecentará el problema puesto que se seguirá mostrando el fallo o error como algo vergonzante que tiene como límite la confianza en la otra persona para mantener el secreto. Si lo haces, hazlo claramente, en público, como parte de tu estrategia como manager. Incluso puedes dedicar un espacio semanal a esto, siendo una historia de aprendizaje la que puedas contar a tu grupo.
Así conseguirás introducir en la cultura de tu organización algo que es tan obvio que no debería tener discusión, simplemente un poco de humor para aceptar que no somos superhéroes: “Los errores son parte del proceso”
Fuente http://arucacoach.me/2015/01/19/prueba-y-error/