Un día de cacería, el rey se cortó un dedo del pie y el consejero exclamó: “¡Qué bueno, qué bueno, qué bueno!”.El rey, cansado de esta actitud, lo despidió y el consejero respondió: “¡Qué bueno, qué bueno, qué bueno!”.
Tiempo después, el rey fue capturado por una tribu vecina para sacrificarlo ante su dios. Cuando lo preparaban para el ritual, vieron que le faltaba un dedo del pie y decidieron que no era digno para su divinidad, dejándolo en libertad. El rey ahora entendía las palabras del consejero y pensó: “¡Qué bueno que haya perdido el dedo gordo del pié, de lo contrario ya estaría muerto!”.
Mandó llamar a palacio al consejero y le agradeció. Pero antes le preguntó por que dijo “¡Qué bueno!” cuando fue despedido. El consejero respondió: “Si no me hubieses despedido, habría estado contigo y como a ti te habrían rechazado, a mi me hubieran sacrificado”.
Las circunstancias de la vida se presentan ante nosotros como dados lanzados sobre una mesa de vidrio. No importa cómo los tires, siempre podrás ver cualquiera de los números, con solo variar tu perspectiva. Algunos sólo se enfocan en los números bajos y otros son mas propensos a ver los números altos.
Frente a las circunstancias adversas ¿En qué te enfocas?
¿Podes ver la oportunidad en medio del problema?
¿La emocionalidad negativa te toma o podes generar una que te predisponga a la acción?
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