Recuerdo que mi padre siempre me alentó a soñar despierta, él perteneció a la Orden Rosacruz y estaba muy familiarizado con estas técnicas de la imaginación, por eso, sabía perfectamente lo que me aconsejaba. Sin embargo en el colegio (y especialmente en el de monjas como al que yo asistí) esto no era muy bien visto –y lamentablemente quizás aún hoy tampoco, aunque veo con optimismo que las cosas ya van cambiando. Sin embargo, han tenido que transcurrir varios años para que cada vez más las investigaciones experimentales y clínicas hayan concluido que soñar despierto es normal en toda mente activa. Y que ahora tanto místicos como psicólogos la recomienden. Ojalá en los centros educativos también se dé esto y siquiera permitan a los estudiantes 15 minutos entre clase y clase a soñar despiertos, como parte de la malla curricular.
Algunas personas temen que por dar rienda suelta a su imaginación puedan quedar atrapadas en la fantasía, pero los estudios hechos en este terreno desmientan tal posibilidad. La gente sabe distinguir bastante bien qué es factible y qué no lo es. El verdadero peligro reside en que dejemos de soñar, que en cierto sentido, aunque claro no tan profundo, es una forma de meditación guiada por nuestros propios deseos, que finalmente son los susurros de nuestro Ser Superior para cumplir nuestra misión.
Para el sicólogo y escritor Jerome Singer, autor de “The Inner World of Daydreaming” (“El mundo interior del soñador diurno”), “en momentos de angustia y preocupación, permitirnos soñar despiertos nos ayudará a reconocer conflictos subconscientes o áreas en que se manifiesta una dificultad. Pero inclusive cuando no es posible identificar el problema profundo, las imágenes visuales positivas que representen escenas de la naturaleza nos calmarán temporalmente e impedirán que obremos con apresuramiento. Así podremos explicarnos en términos puramente sicológicos algunos beneficios de la oración y de la meditación. Pensemos en el poder calmante de ciertas imágenes apacibles sugeridas por salmos, como ‘El Señor es mi pastor’.”
Veamos ahora los beneficios que nos otorga entregarnos a ese relajante placer de poner en práctica nuestra imaginación creadora durante el estado de vigilia:
Ventajas de soñar despiertos:
Hacer nuestra existencia más creadora y original.
Los psicólogos han estudiado la labor y las formas del pensamiento de científicos artistas y escritores con mente creadora. Y resulta que esos individuos superdotados son muy afectos a fantasear y a jugar a la exploración mental de las posibilidades más insólitas y alucinadas.
Utilizar el pasado para explorar el futuro.
Al prestar atención a los ensueños diurnos, podemos modificar y mejorar la orientación de nuestras vidas. La recurrencia en el tema de nuestras fantasías indica algo que deseamos hacer en el futuro.
Desarrollar la personalidad.
Conviene preguntarnos: “¿Qué pasaría si yo fuese jefe o dueño de la empresa o tal famoso(a) artista?”. Juguemos con esas situaciones, imaginándolas de la manera más vívida posible. Al hacerlo quizá descubramos aspectos especialmente positivos de nuestra personalidad; ambiciones que valga la pena cultivar y opciones vitales descartadas antes de tiempo. También podemos explicar así lo impráctico de algunas ideas.
Calmarnos y adquirir seguridad.
La investigación de las ondas cerebrales, particularmente de los ritmos alfa, relacionados con los períodos de relajación que preceden inmediatamente al sueño, indican que algunas personas pueden regular esos ritmos mediante la evocación de fantasías placenteras. Incluso han dominado las contracciones cardíacas y la tensión arterial.
Sobrellevar la soledad.
Evocar la presencia de amigos, visitantes imaginarios del pasado o con algún personaje famoso con los cuales conversar no sólo aminora el sentimiento de estar solo, sino que atenúan el nerviosismo y el temor cuando viajamos por lugares extraños.
Encontrar las claves de nuestra conducta.
Diversas investigaciones demuestran que hay muchas formas de aprovechar las fantasías más repetidas para descubrir diversas facetas de las motivaciones de conducta y de nuestra personalidad. Se ha demostrado que cuando soñamos despiertos en tener éxito, modificamos nuestro rendimiento en tal dirección.
Tener fortaleza de ánimo en la adversidad.
Con los sueños en vigilia, el cerebro ensaya y nos advierte que hay algo inconcluso en nuestra vida, entonces se convierte en un medio valioso para sobreponerse. Soñar despierto añade colorido e interés a nuestra existencia; la hace más emocionante, siempre y cuando no escapemos de la realidad en momentos inoportunos.
Por todos estos motivos y seguramente por otros muchos más demos cabida, espacio y tiempo a nuestros propios sueños, ejerzamos libremente nuestro derecho a la práctica de la imaginación, que es una maravillosa facultad que todos los seres humanos compartimos. Como dice la sabiduría popular: “Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad”.
Seamos felices, el tiempo es Ahora.
Visto en http://lourdesconelalma.wordpress.com/
Que bonito es soñar despierto
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Muchas gracias por tu comentario! Soñar despiertos no hace más que poner nuestras intenciones en el Universo para que comiencen a transitar su camino…
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