Cuántas veces quieres aprender un idioma, ir al gimnasio, hacer deporte, cambiar de trabajo, levantarte antes, dejar algún hábito que te incomoda y tras comenzar tu hazaña y tener el primer traspié, lo dejas y te castigas con tu falta de voluntad, con tu pereza y con un sinfín de conjeturas, simplemente por una caída en tu larga carrera.
Este diálogo interior te hará creer que no eres capaz de muchas cosas puesto que generalizarás ese comportamiento y dejarán de contar los días en los que sí llevaste a cabo tu propósito y sin embargo no te recompensaste lo suficiente.
Si has tomado la determinación de hacer o dejar de hacer algo, si realmente estás decidido, piensa que es un trabajo en el que todos los pasos, por muy pequeños que sean, cuentan y que, seguramente tendrás recaídas pero éstas no significarán volver a la casilla de salida sino que tu objetivo entonces, serálevantarte y seguir tu camino.
Si eres de los que tu “yo castigador” interior prevalece sobre tu“yo comprensivo”, no eres muy buen amigo tuyo. Si quieres empezar a cambiar la potencia y el poder de ambos, ¿qué te parece un pacto?
Negocia contigo mismo, como lo harías en tu trabajo, con tu pareja, con tus hijos. Hoy no lo harás, o no será durante todo el tiempo que deseas o lo cambiarás por otra actividad, pero sin hablarte mal, simplemente continuarás diciéndote que a partir de mañana lo harás mejor, sólo y simplemente un poco mejor y te recompensarás y felicitarás por ello, el doble de lo que te hubieses castigado normalmente hoy, por no hacerlo.
La autodisciplina nace de quererse a sí mismo y de tratarse con cariño para ir consiguiendo los objetivos y metas deseadas poco a poco.Si eres tu peor enemigo, desearás estar siempre dormido y para que los sueños se hagan realidad hace falta despertar.
¡¡Mucho ánimo!! 😉
Visto en http://arucacoach.me/