¿Te has encontrado alguna vez en la que intelectualmente sabes que deberías hacer algo, pero emocionalmente no puedes llegar a hacerlo? La madurez psicológica según Branden, es la capacidad de pensar en términos de principios, no de emociones. La inmadurez psicológica consiste en ser desbordados por el momento y la emoción de tal manera que perdemos la visión de un panorama más amplio. Cuando sacrificamos el pensamiento y el conocimiento a los sentimientos que no podemos justificar racionalmente, observa Branden, el resultado es que debilitamos nuestra autoestima.
Sólo si abordamos nuestras emociones de un modo racional, podemos liberarnos de la duda paralizadora sobre nosotros mismos, de la depresión y del miedo. Esto no significa convertirse en un robot o una persona fría, sino simplemente tener conciencia de que las emociones deben estar contenidas en una filosofía de la vida personal más amplia. La neurosis, por otra parte, se produce cuando dejamos que nuestros sentimientos dicten nuestros pensamientos y acciones. Es imposible ser ambas cosas, feliz e irracional, dice Branden; alguien que lleva las riendas de su vida, si observamos cuidadosamente, vive de acuerdo a la razón.
Pensamos que la felicidad es una emoción, pero es una emoción que resulta de valores que se han elegido conscientemente y se han cultivado –somos felices cuando elegimos o cumplimos lo que es más importante para nosotros. Cuando negamos o erosionamos esos valores, sufrimos.
Branden observa que la ansiedad tiende a presentarse sólo “cuando una persona no ha pensado como debía en un asunto”. Al no pensar, la persona “se ha vuelto inadaptada a la realidad”.
El dolor físico es un mecanismo diseñado para nuestra supervivencia corporal, pero Branden sugiere que el dolor psicológico también tiene un propósito psicológico: cuando sentimos ansiedad, culpa o nos sentimos deprimidos, eso nos está indicando que nuestra conciencia no se halla en un estado saludable. Para corregirlo, tenemos que reafirmarnos como individuos y revisar nuestros valores, quizás formar nuevos valores. Por el contrario cuando sacrificamos la razón a nuestras emociones, perdemos confianza en nuestro propio juicio.
Nathaniel Branden
“50 Clásicos de la Psicología” Tom Butler – Bowdon
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