“El dinero no da la felicidad” este viejo adagio que tanto repetimos, es en realidad una justificación para aceptar de mala gana las situaciones económicas que no nos gustan o es el mantra que nos recuerda una realidad que incluso los estudios constatan.
Seguramente si nos ponemos en la situación de no tener dinero del que disponer para nuestras necesidades más básicas, nuestro pensamiento, lo que sí concluirá es, que la falta de dinero acaba con la felicidad desde el momento en que arroja sobre nosotros preocupaciones y cuestiones que lejos de proporcionarnos oportunidades y opciones nos estresan y soliviantan.
Y si nos detenemos entonces a pensar en todas esas personas que habitan en otros lugares del mundo donde las necesidades se multiplican a la enésima potencia, podemos concluir entonces que puedan ser felices en algún momento.
Qué ocurre para que en el Ranking de Felicidad de 2013, en el…
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