La taza de té
“Cierta vez, el sabio Nan-in recibió a un vanidoso profesor universitario que lo visitaba para conocer sus enseñanzas. Nan-in le sirvió té. Llenó la taza de su visitante y cuando la misma rebalsó, siguió vertiendo la infusión. El profesor se quedó mirando cómo el líquido se derramaba y pensando que el sabio era un tonto. Finalmente no pudo contenerse: —Está colmada —exclamó—. ¡Ya no cabe más! —Como esta taza —dijo Nan-in—, usted está lleno de sus propias opiniones y prejuicios. ¿Cómo puedo mostrarle la verdadera sabiduría a menos que vacíe su taza antes?”
Cuántas veces cuando escuchamos, lo que principalmente hacemos, es cotejar lo que oímos con lo que conocemos o sabemos para preparar nuestra respuesta, sin ni siquiera pensar en que quizás lo que la otra persona nos está relatando es algo de lo que podemos aprender sin “a prioris”.
Tenemos nuestra mente llena de creencias que heredamos, adquirimos y automatizamos sin cuestionarlas y sin darnos cuenta que son ellas las que condicionan nuestra vida y nuestro desarrollo.
Opiniones y prejuicios que mantenemos contra viento y marea, a pesar de que lo único cierto es que todo cambia, interpretando esta firmeza como una muestra de fortaleza, cuando es un grito desesperado de debilidad.
La próxima vez que inicies una conversación con alguien y manifiestes una opinión con la que tu interlocutor no esté de acuerdo y la rebata. Vacía primero tu taza.
Observa, escucha, comprueba tus argumentos, los suyos, analízalos. Piensa en que su vida, su experiencia, y su análisis depende de su trayectoria vital y la tuya igual. No juzgues, escucha e intenta entender.
No dudes en matizar o cambiar de opinión. En eso consiste crecer.
Tomado de http://arucacoach.me/2015/06/25/como-esta-tu-taza/