Leyendo sobre la detención de los tuiteros catalanófobos, y de las ácidas y anónimas críticas políticas en las precampañas electorales, me pregunto ¿hay siempre un “ellos” y un “nosotros”?, ¿todo vale para “diferenciarse”?
La religión, la política, la sexualidad, la raza, nacionalidad, la opinión o la circunstancia personal o social. ¿Todo lo que diferencia, discrimina?,¿todo lo que diferencia, condiciona?,¿tan necesario es crecer o nacer frente a algo con anticipación del “anti”?
No me parece tan original esperar a que alguien haga, diga o construya algo para entonces declararse en contra.
Cuando alguien está conectado a los demás, todo lo superficial y diferente parece desvanecerse, las energías se juntan sin recelos para compartir, para conformar, para construir juntos.
Esas etiquetas que nos parecen dar seguridad, esas identidades, pertenencias, son al fin y al cabo miedos e inseguridades que nos unen frente a un enemigo común que no es real, que inventamos irónicamente para supuestamente unirnos.
Alguien a quien no consideramos de nuestra familia, de nuestro grupo, de nuestra tribu y al que por este hecho denostamos y evitamos, haciendo que nos perdamos los grandes matices que aportan las distintas vivencias y experiencias que nos modelan a cada uno.
Identificarse con un grupo, con un territorio, con una lengua es hacer nuestro mundo pequeñito y a nosotros mismos, seres inadaptados, incapaces de partir de un mínimo común denominador y de sobrevivir en otro entorno.
En estas etiquetas siempre hay quien a sabiendas o sin querer, gana en la diferencia, haciendo que en el de enfrente sólo encontremos más de las siete diferencias del juego.
Esto hace que haya quienes estén interesados en que tengamos ese filtro, el de la diferencia, como defensa, en lugar de tenerlo como enriquecimiento social.
Si ahondas en “nosotros” y “ellos”, acabarás solo, dentro del “yo”, no sólo gastarás raudales de energía para diferenciarte, sino que fomentarás la crítica exacerbada y personal y esto hará que seas incapaz de llegar a acuerdos por encima de las diferencias.
Puedes llegar hasta el absurdo de que nosotros y ellos, exista dentro de la misma familia, del mismo grupo, de compañeros de trabajo, de tu entorno más cercano…
Ese ego que muchas veces no nos permite ser felices, nos hace definir quién está con uno y quién no lo está, con la excusa de que nos protege y asegura cuando produce todo lo contrario, reducir nuestro mundo, perder todo y mantener nuestros miedos y ganar en la división. Abandonar la necesidad de sentirnos aislados de los demás es un triunfo que indica el grado de desarrollo personal de cada uno. Comenzar a verse como miembro de la familia humana, de una tribu común es una liberación que permite acercarse a los demás para sumar. Piensa en global
Haz un ejercicio:
- Sé consciente de cuántas veces dices “yo” en una hora y trata de eliminar algunos.
- Deja de hablar de ti mismo, pregunta a los demás, interésate por ellos.
Busca la conexión y las similitudes, te resultará mucho más fácil que lo que has hecho hasta ahora y tendrás mejores resultados.
Tomado de http://arucacoach.me/2015/03/30/desconectado/