Resulta interesante que desde los tiempos de Nietzche, y por supuesto, desde antes, siempre se haya estado luchando por poder ser quien uno es.
La masa, la sociedad, el grupo, todo aquello que conforme una unidad social tiene sus reglas, parámetros, deseos y objetivos que quiere sus pertenecientes lleven a cabo.
Es un arduo trabajo poder llegar a este punto de seguridad y confianza personal para, realmente, llegar al “atrevimiento”, a la postura corajuda de ser uno mismo. Porque nos podemos engañar y transitar una existencia creyendo que somos fieles a nosotros, cuando en sí somos fieles a deseos de otros, o nos vamos modelando (desfigurando) con tal de pertenecer.
Dicen que lo peor que le puede pasar al ser humano es la exclusión. No se si estoy tan de acuerdo. Por supuesto que la exclusión duele y conlleva un gran dolor por la soledad, la no aceptación, al rechazo. Pero quizá lo realmente doloroso e imperdonable sería la exclusión de uno mismo. Cuando dejamos de lado y negamos todo lo propio, todo aquello que nos hace ser quienes somos, nuestras características personales, nuestra esencia, nuestra única forma de ser en el mundo. Y no es nada fácil tomar conciencia de ello cuando hemos errado en el camino y decidimos rehacernos para incluirnos en el mundo de una manera diferente, reconciliada con nosotros mismos.
No sólo es privilegio, como dijera Nietzche, también es coraje, es atrevimiento. Creo que es nuestro derecho, el ejercicio de nuestra libertad. Es lo que todos deberíamos desear para nuestra vida, ser quienes somos. Como dijera Fritz Perls: no vine al mundo a cumplir tus expectativas… ni tu viniste para cumplir las mías. Habrá encuentro o no, con sus correspondientes pérdidas y ganancias. El camino del crecimiento es aprender a perder.
Tomado de http://acmepsicologiaycoaching.com/2015/03/25/el-privilegio-de-ser-uno-mismo/
