Últimamente he mantenido conversaciones y he escuchado charlas en las que se tocaba tangencialmente el tema del tiempo. Muchos se sorprendían de la relatividad del mismo, decían, “si miramos al pasado has hecho y han ocurrido tantas cosas pero si miras al futuro, te parece que te quedan tan pocos años y tanto por hacer”.
Otras discurrían sobre el tiempo en la semana laboral, hay quienes siendo lunes, no le importaría que fuese viernes y engullir los años de 56 en 56, personas que todos los días celebran que pasen los días de su vida en una carrera loca hacia el fin de semana.
También hay para quienes las veinticuatro horas del día no les resultan suficientes para trabajar, descansar y disfrutar. No se sabe si consumidos por su falta de decisión, la pereza o por la falta de gestión de su propio tiempo se beben su presente a grandes tragos, sin pararse a pensar que jamás volverán a vivir ese día y tampoco saben los que les depara el futuro.
Algunos llorarán y lamentarán el poco tiempo que han pasado con los que se van por no volver a verlos, cuando arguyen que ha sido éste, el tiempo, o mejor aún la falta de él, lo que les ha impedido disfrutar más de su compañía.
Unos tienen tiempo para viajar y disfrutar pero no tienen la suficiente energía, ni imaginación, ni valor para aprovechar su tiempo libre, como lo único que de verdad tiene valor y no se puede comprar.
Otros no tienen tiempo, porque están tan ocupados en trabajar para adquirir todo ese “poder” que les lleve a conseguir viajes y cosas que se les pasa la vida sin que se den cuenta, aguantando sufrimientos creyendo que algo fuera de ellos podrá aliviarlos.
En la conclusión de muchas de estas conversaciones siempre he encontrado frases del tipo “queremos lo que no tenemos”, “no nos conformamos con nada” o “ el hombre y sus contradicciones”. Frases todas ellas que lejos de acercarnos a las temidas preguntas que nunca nos queremos formular, mitigan nuestra ansiedad hasta la próxima vez que mantengamos otra conversación similar.
Recordé entonces este TED sobre “La psicología del tiempo” de Philip Zimbardo que tanto iluminó mi concepto del tiempo cuando lo escuché y lo quiero compartir con vosotros.
Zimbardo alude a que nuestra socialización en cuanto al tiempo produce nuestra orientación hacia el mismo, distinguiendo entre, los que están orientados al pasado, los que lo están en el presente y los que lo están al futuro.
Cada orientación, explica, tiene unas connotaciones determinadas, y además cada una puede ser en su versión positiva o en negativa, e influyen definitivamente en nuestras vidas, produciendo unos efectos muy distintos. Cualquiera de las tres, en exceso, nos perjudica.
La fórmula mágica que propone y que yo desde hace tiempo practico y funciona, habiendo estado totalmente orientada al futuro, es la siguiente. Toma buena nota:
- Alta orientación al pasado en lo positivo: agradecer tus raíces.
- Moderadamente alta al futuro: te dará alas
- Moderada orientación en el presente (hedonismo): te dará energía
- Baja orientación al pasado negativo y al presente fatalista.
Merece la pena escucharlo
Analiza alguna de tus últimas decisiones con esta fórmula, a que ya no lo ves tan difícil!!!!
Visto en http://arucacoach.me/