Desde niños se nos inculca la importancia de esforzarnos para dar lo mejor de nosotros mismos, para ser los mejores, para superarnos en los estudios y en el trabajo.
Con frecuencia encontramos personas que asumen este tipo de creencias con gran convicción y que se exigen enormemente a sí mismos. Esta exigencia se orienta sobre todo a obtener resultados para cumplir con el “mandato” infantil y complacer a otras personas (un padre, un maestro, un jefe…), olvidando muchas veces su propia necesidad, lo que es importante o deseable.
En este proceso de complacer y de cumplir con mandatos que vienen del exterior se encuentra mucha insatisfacción, porque la exigencia nunca se sacia, los logros nunca son suficientemente buenos, las cosas siempre pueden hacerse mejor… Desde este enfoque, son habituales los pensamientos enfocados a mirar lo que falta o lo que no se pudo completar y también las descalificaciones porque el esfuerzo no fue suficiente.
Las personas comprometidas con la exigencia tienen dificultades para separar “lo que soy” de “lo que hago”, así es que cuando las cosas salen mal lo viven como un gran fracaso; cuando los demás hacen una crítica, lo viven como una crítica personal y sienten amenazada su propia integridad o su profesionalidad. Las personas comprometidas con la exigencia tienen mucha más dificultad para aceptar otros puntos de vista y admitir críticas o sugerencias.
La excelencia, sin embargo, no mira tanto el hacer y los resultados, como el ser y mi compromiso con mis objetivos, con aquello que es prioritario para mí. La excelencia se centra en el proceso, en el camino, más que en la meta. En el camino hay aprendizaje, creatividad, potenciación de mis habilidades, disfrute, celebración… Si algo sale mal, no soy yo, es una parte de mi hacer que se puede mejorar.
Las personas comprometidas con la excelencia viven el error como una oportunidad de aprendizaje, no como un fracaso. Buscan alternativas, aceptan otros puntos de vista, admiten las críticas y las sugerencias, porque no se sienten amenazadas y cualquier aportación es una oportunidad para seguir aprendiendo y avanzar hacia el objetivo.
La excelencia nos permite conectar con aquello que queremos realmente, lo que nos gusta y nos hace trascender. Por este motivo decimos que, desde la excelencia, la posibilidad de conseguir resultados aumenta considerablemente.
EXIGENCIA |
EXCELENCIA |
Se orienta al hacer | Se orienta al ser |
Busca complacer a otros | Busca cumplir mi verdadero deseo |
Busca «más» resultados | Busca compromiso |
Busca cuidar la imagen | Busca cuidar la autenticidad |
Lo importante es la meta | Lo que importa es el camino |
No es suficiente, esfuérzate más | Cada paso es un nuevo aprendizaje |
Genera insatisfacción | Genera aprendizaje |
No puede celebrar lo que logra | Puede celebrar y disfruta el camino |
Es menos eficaz | Posibilita mejores resultados |
Tomado de http://www.miriamortiz.es/