Escucho a una persona hablar de todos los “tengos” y “deberías” que tiene su día a día y veo cómo físicamente todas esas cuestiones se le acumulan en cabeza y hombros, haciendo que para su cuello sea cada vez más difícil salir a flote y no desparecer, a medida que se encorva cada vez más.
Entre ellos se esconde lo que hemos oído o leído o nos han dicho que debe ser, por ejemplo una madre o un padre, lo que debe hacer, lo que tiene que hacer para ser bueno, qué se supone que debe hacer un jefe, un empleado, qué deberías hacer si tienes que estar saludable, qué no, todos, tópicos y lecciones tienen algo en común, vienen del exterior.
Aún viniendo de ahí ejercen sobre nosotros una presión que difícilmente encajamos para bien, principalmente, porque la usamos para castigarnos con lo que deberíamos sin cuestionarnos si es lo mejor para nosotros.
¿Has reparado alguna vez en cuántas veces al cabo del día decimos “tengo que” o “debería esto o lo otro”?, acaso alguien mejor que nosotros sabe lo que queremos.
Esta presión en muchos casos acaba teniendo su consecuencia en que hagamos algo que no queremos o dejemos de hacer algo que sí. Implican una regla que hemos almacenado, sin pensar conscientemente en ello.
A veces incluso vamos más allá y se los imponemos a otros, “tendrías que” o “deberías hacer esto o lo otro” lo decimos sin reparar en las implicaciones que tiene en los demás y en que, en la mayoría de los casos, lo recomendamos cuando ni siquiera nosotros los hacemos, aunque parece que sí tenemos claro cómo se debería.
“Debería hacer algo de ejercicio” ¿Qué posibilidades tiene de hacerse o de mantenerse en el tiempo?
“Tengo que perder peso”, esto seguro que lo diré para castigarme mientras me como algo hipercalórico.
“Debería cambiar de trabajo” lo pienso cuando me va mal y porque nadie en su sano juicio aguantaría lo que yo pero ¿lo voy a hacer?
“Para conseguir esto tengo que esforzarme” ¿quiere esto decir que a mí me costará ese esfuerzo o existe la posibilidad de que lo consiga de otra forma?
Cuando alguien “tiene que hacer algo” es una imposición externa que no viene de dentro, si no, decimos “quiero hacer esto o lo otro”. Cuando modificamos nuestro lenguaje y dejamos fuera esos términos, nuestra presión baja.
¿Quién dice realmente quién tiene qué ?
¿Tienes que o quieres?
¿Cuándo tienes más entusiasmo, cuando quieres o cuando tienes que o deberías?
¿Qué te parece transformar tus “debería”, “no debería” y “tengo que” o “no tengo que” por “quiero” o no “quiero”? ¿Cambia o no, la película?
Tomado de http://arucacoach.me/